jueves, 15 de diciembre de 2016

Apuesta al Turismo Histórico

Diario Panamá América
10 de diciembre 2016

Apuesta al Turismo Histórico
Jaime Figueroa Navarro

De todas las modalidades del turismo que bien aprovechan nuestros competidores regionales en ninguna sobresale el acontecer histórico como en el istmo de Panamá.  México, Cuba y el caribe bien destellan el ansiado sol y playa.  A nuestras fronteras, Costa Rica y Colombia, su cautivante ecología y un poco más al norte Nueva Orleans su Bourbon Street.

El enfoque panameño en historia esta hoy  magnetizado al Casco Antiguo, que ya lanza a develar una personalidad única rebasando al Viejo San Juan y a Cartagena de Indias.  Al turista curioso le encanta caminar sus adoquinadas calles y palpar novedades tal como el recién reinaugurado Hotel Central frente a la catedral metropolitana, al borde del parque de la Independencia.

En la medida que vayamos redescubriendo la historia detrás de los muros que resguardan la ciudadela a partir de 1673, logramos que nuestro destino sea más atractivo.  A pesar que todavía falta mucho ya se respira ese aire que inspira a la prensa italiana a describir nuestra metrópolis como “menjurje tropical de Manhattan y Venecia”.

Vámonos más allá.  Remontemos el reloj del pasado hacia ese 25 de septiembre de 1513, tal vez la fecha más importante para la génesis del comercio mundial, iniciando ese lunes la ultima semana del mes cuando el Adelantado Vasco Núñez de Balboa desde la cima del cerro Pechito Parao en la postrimería de la serranía de Majé en el imponente Darién panameño divisa el vasto Mar del Sur, el mayor de los océanos del globo terráqueo, recorrido que duplicamos 500 años después para conmemorar con broche de oro el hito que estampa a Panamá en las gloriosas paginas de la historia universal.

Esa gira tiene que convertirse en excursión obligatoria de todos los niños panameños para claramente desarrollar el concepto de nuestro célebre aporte tan bien reflejado en nuestra consigna “Pro Mundi Beneficio”.  De paso transformándose en peregrinaje obligatorio para todos los turistas que nos visitan.  Desarrollando esta gema, nuestro turismo escarba su originalidad mucho más allá que el canal.  El panorama del océano Pacífico a lo largo y ancho del golfo de San Miguel se convierte entonces en el verdadero “photo shoot” panameño.


Dentro de tres años celebramos los 500 años de la ciudad de Panamá, fundada el 15 de agosto de 1519 por Pedro Arias de Ávila, saqueada y destruida el 28 de enero de 1671 por el pirata inglés Henry Morgan, primera ciudad del pacifico del continente, importantísimo centro logístico del imperio español.  “Oh mis vetustas torres queridas y lejanas” rememoraba nuestro insigne poeta Ricardo Miró.  Ruinas en abandono, triste desdeño de nuestro repicar.  Precisamente allí yace la clave del reverdecer de nuestro turismo.  Reconstruyendo la ciudadela, adornándole con un galeón, trazando nuevamente el Camino Real desde el Puente del Rey hasta Portobelo, ruta del oro donde surcó la mayor cantidad del preciado metal en la historia.  Este menester es lo que debe estar impregnado como norte de nuestras autoridades para fértilmente multiplicar el turismo istmeño.  La escuálida cifra de dos millones de visitantes anuales es una bofetada a la inteligencia de nuestro pueblo, resaltando la ineptitud de los que dirigen la industria.  Este proyecto, bien conceptualizado, resultaría con 10, 15 millones de turistas anuales.  ¡Y por ahí nos vamos!

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