jueves, 15 de diciembre de 2016

Reconstruyendo el Turismo

Diario Panamá América
3 de diciembre 2016

Reconstruyendo el Turismo
Jaime Figueroa Navarro

A principios de noviembre se realizó en Panamá una muy original conferencia de turismo de SITE (Society for Incentive Travel Excellence) en la que participaron destacados profesionales que fusionan experiencias motivacionales a exitosos resultados de negocios.  Esta organización cuenta con más de 2,000 agremiados en 90 países.

Haciendo seguimiento a uno de los directores principales, cautivante dama con vastísima experiencia en el ramo, habiendo visitado más de cincuenta países en los últimos 15 años, le solicité que fuese honesta en su percepción de Panamá como destino.

“Es mi primera vez en Panamá y tuve la oportunidad de hacer visitas relámpago a los sitios que se ofrecen como aquellos de mayor atractivo.  Su país necesita educación, mucha de ella, no solamente educación formal y especializada en hospitalidad sino también en el trato a los visitantes y dominio de lenguas.  También les urge desarrollar los sitios turísticos.  No están aun listos para recibir a turistas”.

La ley 9 promulgada en 1997 brindó una serie de importantes incentivos para la inversión en el Casco Antiguo de la ciudad de Panamá, en su momento totalmente deteriorado y peligroso para cualquier actividad turística.  A pesar que aun, casi a dos décadas de la promulgación del decreto, todavía al Casco le falta mucho por hacer, podemos admirar lo que se perfila como un interesante imán al futuro de la industria en el istmo.  Ha sido lentísimo, demasiado lento, el avance y ha sido el único ejemplo de una aventura exitosa que se tiene que multiplicar por doquier.

El patético estado  de nuestros sitios históricos muestra nuestra colectiva falta de cariño y dejadez que no agracia el despegue del turismo.  La fusión entre la Autoridad de Turismo y el Instituto Nacional de Cultura es inminentemente importante para cualquier esfuerzo en esta materia para evitar evasivas futuras en el triste desmoronamiento de ambas instituciones.  Su liderazgo debe ser entregado por el estado a peritos en la materia y no a la larga y fétida fila de amigos del poder, familiares ineptos, inescrupulosos políticos que estorban el pleno desarrollo de la nación panameña con el vaivén de elecciones donde se promete mucho y no se cumple nada.

Mucho tiene que ver con lo que tilda la honesta visitante en su breve comentario sobre la educación en velar por el desarrollo de una ética sana en un ambiente de piratería, pillaje e inseguridad.  Educación va más allá de las universidades, implica la evolución de una sociedad neciamente acostumbrada al juega vivo donde las leyes se cumplan y se respeten en todos los aspectos de la vida cotidiana, donde el taxista que dice “no voy” se le retire su permiso de circulación, donde el que participe en actos de pandillerismo, asaltos a mano armada, sea condenado a cadena perpetua y el que mate, que sufra el mismo destino que su triste victima.


Una vez que todo este en orden, que admiremos el remozado Parque Arqueológico El Caño, las fortificaciones de San Lorenzo y Portobelo, la Basílica de Natá de los Caballeros, el sendero desde Quebrada Eusebio hacia la cima del cerro Pechito Parao en Darién donde el Adelantado Balboa divisa el vasto Mar del Sur, llevando a cabo la hazaña más trascendental de la historia del comercio universal, que retomemos la plena reconstrucción de las ruinas de Panama Viejo y crucemos desde su Puente del Rey hacia el Caribe el reverdecido Camino Real como el Sendero del Oro invitando a millones de turistas a su peregrinaje, que develemos la fantástica historia de la isla de San Pedro de Taboga con los galeones de Pizarro y los lienzos posimpresionistas de Gauguin, entonces hablaremos de turismo.  Mientras tanto el deterioro continua.  ¿Hasta cuando?  ¿Hasta cuando? 

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