Diario Panamá América
3 de diciembre 2016
Reconstruyendo el Turismo
Jaime Figueroa Navarro
A principios de noviembre se realizó en
Panamá una muy original conferencia de turismo de SITE (Society for Incentive
Travel Excellence) en la que participaron destacados profesionales que fusionan
experiencias motivacionales a exitosos resultados de negocios. Esta organización cuenta con más de 2,000
agremiados en 90 países.
Haciendo seguimiento a uno de los
directores principales, cautivante dama con vastísima experiencia en el ramo,
habiendo visitado más de cincuenta países en los últimos 15 años, le solicité
que fuese honesta en su percepción de Panamá como destino.
“Es mi primera vez en Panamá y tuve la
oportunidad de hacer visitas relámpago a los sitios que se ofrecen como
aquellos de mayor atractivo. Su país
necesita educación, mucha de ella, no solamente educación formal y
especializada en hospitalidad sino también en el trato a los visitantes y
dominio de lenguas. También les urge
desarrollar los sitios turísticos. No
están aun listos para recibir a turistas”.
La ley 9 promulgada en 1997 brindó una
serie de importantes incentivos para la inversión en el Casco Antiguo de la
ciudad de Panamá, en su momento totalmente deteriorado y peligroso para
cualquier actividad turística. A pesar
que aun, casi a dos décadas de la promulgación del decreto, todavía al Casco le
falta mucho por hacer, podemos admirar lo que se perfila como un interesante
imán al futuro de la industria en el istmo.
Ha sido lentísimo, demasiado lento, el avance y ha sido el único ejemplo
de una aventura exitosa que se tiene que multiplicar por doquier.
El patético estado de nuestros sitios históricos muestra nuestra
colectiva falta de cariño y dejadez que no agracia el despegue del turismo. La fusión entre la Autoridad de Turismo y el
Instituto Nacional de Cultura es inminentemente importante para cualquier
esfuerzo en esta materia para evitar evasivas futuras en el triste
desmoronamiento de ambas instituciones.
Su liderazgo debe ser entregado por el estado a peritos en la materia y
no a la larga y fétida fila de amigos del poder, familiares ineptos,
inescrupulosos políticos que estorban el pleno desarrollo de la nación panameña
con el vaivén de elecciones donde se promete mucho y no se cumple nada.
Mucho tiene que ver con lo que tilda la
honesta visitante en su breve comentario sobre la educación en velar por el
desarrollo de una ética sana en un ambiente de piratería, pillaje e
inseguridad. Educación va más allá de
las universidades, implica la evolución de una sociedad neciamente acostumbrada
al juega vivo donde las leyes se cumplan y se respeten en todos los aspectos de
la vida cotidiana, donde el taxista que dice “no voy” se le retire su permiso
de circulación, donde el que participe en actos de pandillerismo, asaltos a
mano armada, sea condenado a cadena perpetua y el que mate, que sufra el mismo
destino que su triste victima.
Una vez que todo este en orden, que
admiremos el remozado Parque Arqueológico El Caño, las fortificaciones de San
Lorenzo y Portobelo, la Basílica de Natá de los Caballeros, el sendero desde
Quebrada Eusebio hacia la cima del cerro Pechito Parao en Darién donde el
Adelantado Balboa divisa el vasto Mar del Sur, llevando a cabo la hazaña más
trascendental de la historia del comercio universal, que retomemos la plena
reconstrucción de las ruinas de Panama Viejo y crucemos desde su Puente del Rey
hacia el Caribe el reverdecido Camino Real como el Sendero del Oro invitando a
millones de turistas a su peregrinaje, que develemos la fantástica historia de
la isla de San Pedro de Taboga con los galeones de Pizarro y los lienzos
posimpresionistas de Gauguin, entonces hablaremos de turismo. Mientras tanto el deterioro continua. ¿Hasta cuando? ¿Hasta cuando?
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