viernes, 30 de diciembre de 2016

La Pantomima del Turismo

Diario Panamá América
31 de diciembre 2016

La Pantomima del Turismo
Jaime Figueroa Navarro

En el teatro, denominamos pantomima a una representación realizada por medio de gestos y movimientos sin emplear palabras, es decir, en buen cristiano, una farsa, una acción realizada para fingir.

La mímica dramática es una disciplina que aplica el lenguaje de la mímica al escenario, con el objetivo de narrar una historia sin necesidad de la comunicación verbal.  A este incoherente punto ha llegado nuestro turismo, donde su director no habla, no se expresa ni se comunica en el idioma inglés, en la lengua de Shakespeare, en el idioma oficial de la industria y lengua nacional de la mayoría de los visitantes que, a pesar de todo, aun nos honran con su selección como destino, alarmante cifra en caída libre.

Nos parece que ese es un atributo, dentro de los más elementales para la dirección de la entidad que descarría la industria en Panamá, que parece haberse degradado, pero que en realidad nunca fue, porque nunca tuvo clara su misión.  Angustiosamente lo mismo se ve reflejado por doquier en la conducción de la nave del estado, tal vez con la ya no muy lúcida excepción de la Autoridad del Canal del Panamá.

A raíz de la pesimamente mal distribuida, exuberante riqueza que nos rodea, esbozamos una ciudad tan bien dibujada que después de Nueva York y Chicago se convierte en la impresionante urbe con el mayor numero de rascacielos en el continente; en el siglo XXI expandimos nuestro canal más allá del ingenio galo del siglo XIX y del gringo del siglo XX; desarrollamos un programa de transporte público a través del metro más moderno del orbe, un nuevo puente sobre el canal y la línea 3 que resolverá a mediano plazo el cotidiano martirio de los que habitan la ribera oeste del canal; creamos la red de transporte aérea más trascendente del continente, centro logístico sin par que deja atrás la supremacía de los cielos por potencias regionales que una a una fueron quebrando por falta de visión y estrategia.

En el camino se nos olvidó que grandes naciones la forjan grandes hombres y mujeres, individuos con valores y profundo amor al terruño, asqueados por la corrupción, personajes dotados con el verbo, la educación formal, la sencillez que describe a aquellos que deben emular y el intrínseco deseo de servir y no de servirse.  En turismo, eso se traduce a conocimiento de causa, al desarrollo de un proyecto permanente que se extiende más allá de la vigencia de un gobierno, de un periodo presidencial y de las mugrientas manos de políticos, que a dedo nombran obscuros personajes que siquiera saben balbucear el himno nacional y que causan un inmenso y permanente desgaste en el quehacer de la industria.   


Proponemos un proyecto de ley que faculte el máximo usufructo del turismo mundial, que a pesar de la inseguridad e incertidumbre manifiestos en el terrorismo y el narcotráfico, crece frondosamente año a año mientras el nuestro marcha hacia atrás cual titubeante cangrejo.  Para ello debemos crear un nuevo ente, símil a la exitosa Secretaría de Turismo de México, liderado por peritos, que se dedique a crear los magnetos que tanta falta hacen para enérgicamente burbujear los escuálidos índices de ocupación hotelera, que transformen con un programa de Pueblos Mágicos a Natá de los Caballeros, San Pedro de Taboga, Portobelo y San  Lorenzo, entre otros, en joyas del turismo mundial; que tracen los senderos retorcidos del Camino Real y del cerro Pechito Parao en Darién, desde cuya cima Balboa ojea hace cinco centurias el Mar del Sur, convirtiéndoles en sitios de peregrinaje histórico, multiplicando a gritos las risibles cifras de visitantes al istmo;  reconstruyendo la ciudadela de Panamá La Vieja, vetustas torres queridas y lejanas, para convertirle en sitio obligatorio de colonial visita armoniosamente complementando al Casco Antiguo.  Disponemos de las herramientas , hace falta bajar el telón a la triste pantomima y ostentar la voluntad política por un genuino cambio en beneficio de todos.  ¿Cuándo empezamos?

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