Diario Panamá América
31 de diciembre 2016
La Pantomima del Turismo
Jaime Figueroa Navarro
En el teatro, denominamos pantomima a una
representación realizada por medio de gestos y movimientos sin emplear
palabras, es decir, en buen cristiano, una farsa, una acción realizada para
fingir.
La mímica dramática es
una disciplina que aplica el lenguaje de la mímica al escenario, con el
objetivo de narrar una historia sin necesidad de la comunicación verbal. A este incoherente punto ha llegado nuestro
turismo, donde su director no habla, no se expresa ni se comunica en el idioma
inglés, en la lengua de Shakespeare, en el idioma oficial de la industria y lengua
nacional de la mayoría de los visitantes que, a pesar de todo, aun nos honran
con su selección como destino, alarmante cifra en caída libre.
Nos parece que ese es un
atributo, dentro de los más elementales para la dirección de la entidad que
descarría la industria en Panamá, que parece haberse degradado, pero que en
realidad nunca fue, porque nunca tuvo clara su misión. Angustiosamente lo mismo se ve reflejado por
doquier en la conducción de la nave del estado, tal vez con la ya no muy lúcida
excepción de la Autoridad del Canal del Panamá.
A raíz de la pesimamente
mal distribuida, exuberante riqueza que nos rodea, esbozamos una ciudad tan
bien dibujada que después de Nueva York y Chicago se convierte en la
impresionante urbe con el mayor numero de rascacielos en el continente; en el
siglo XXI expandimos nuestro canal más allá del ingenio galo del siglo XIX y del
gringo del siglo XX; desarrollamos un programa de transporte público a través
del metro más moderno del orbe, un nuevo puente sobre el canal y la línea 3 que
resolverá a mediano plazo el cotidiano martirio de los que habitan la ribera
oeste del canal; creamos la red de transporte aérea más trascendente del
continente, centro logístico sin par que deja atrás la supremacía de los cielos
por potencias regionales que una a una fueron quebrando por falta de visión y
estrategia.
En el camino se nos
olvidó que grandes naciones la forjan grandes hombres y mujeres, individuos con
valores y profundo amor al terruño, asqueados por la corrupción, personajes
dotados con el verbo, la educación formal, la sencillez que describe a aquellos
que deben emular y el intrínseco deseo de servir y no de servirse. En turismo, eso se traduce a conocimiento de
causa, al desarrollo de un proyecto permanente que se extiende más allá de la
vigencia de un gobierno, de un periodo presidencial y de las mugrientas manos
de políticos, que a dedo nombran obscuros personajes que siquiera saben
balbucear el himno nacional y que causan un inmenso y permanente desgaste en el
quehacer de la industria.
Proponemos un proyecto de
ley que faculte el máximo usufructo del turismo mundial, que a pesar de la inseguridad
e incertidumbre manifiestos en el terrorismo y el narcotráfico, crece
frondosamente año a año mientras el nuestro marcha hacia atrás cual titubeante cangrejo. Para ello debemos crear un nuevo ente, símil
a la exitosa Secretaría de Turismo de México, liderado por peritos, que se
dedique a crear los magnetos que tanta falta hacen para enérgicamente burbujear
los escuálidos índices de ocupación hotelera, que transformen con un programa
de Pueblos Mágicos a Natá de los Caballeros, San Pedro de Taboga, Portobelo y
San Lorenzo, entre otros, en joyas del
turismo mundial; que tracen los senderos retorcidos del Camino Real y del cerro
Pechito Parao en Darién, desde cuya cima Balboa ojea hace cinco centurias el
Mar del Sur, convirtiéndoles en sitios de peregrinaje histórico, multiplicando
a gritos las risibles cifras de visitantes al istmo; reconstruyendo la ciudadela de Panamá La
Vieja, vetustas torres queridas y lejanas, para convertirle en sitio
obligatorio de colonial visita armoniosamente complementando al Casco Antiguo. Disponemos de las herramientas , hace falta bajar
el telón a la triste pantomima y ostentar la voluntad política por un genuino
cambio en beneficio de todos. ¿Cuándo
empezamos?
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