Diario Panamá América
18 de febrero 2017
Amasando el Tamal
Jaime Figueroa Navarro
Encontrándonos ante el particular reto de
servir como anfitriones a tres trascendentes eventos que de alguna manera u
otra impactarán la imagen turística de Panamá en 2019, estamos preparando un
poderoso coctel de sapiencias que nos guíen hacia la presentación del destino
luciendo su mejor atuendo dominical.
Se trata de la conmemoración de los 500
años de la fundación de la ciudad de Panamá, su sede como Capital
Iberoamericana de la Cultura y la Jornada Mundial de la Juventud, con la
presencia del Santo Padre, señoriales proyectos que obligan a asomar desde ya las
escobas y darle brillo a nuestros vergonzosamente mugrientos y abandonados sitios
de interés turístico.
Disímil a los otros gremios y
organizaciones de la industria, la Comisión de Turismo de la Asociación
Panameña de Ejecutivos de Empresa (APEDE) aglutina la masa critica que guía
pedagógicamente y sin intereses particulares, el pensamiento y rascado de
cerebros ausentes en el medio. Su Foro
Anual de Turismo, a celebrarse el 30 de marzo en el Hotel Riu Plaza en pleno
centro financiero capitalino, nos brinda la oportunidad de ofertar nuestro
voluntariado como granito de arena en pro del desarrollo del turismo nacional,
aglutinando estudiantes, profesores, funcionarios, profesionales, curiosos y la
crema y nata de la actividad.
Durante el Simposio
Mundial de Patrimonio Histórico celebrado en la Universidad de
Massachusetts-Amherst el mayo de 2013, donde fui convidado a dictar una
conferencia tapizando la temática del Adelantado Balboa y la imponente huella
de su hallazgo en el Darién istmeño hace 5 siglos, tuve la oportunidad de
conocer y congeniar con la muy campechana Dra. Claudia Rodríguez Espinosa,
Coordinadora de la Maestría en Arquitectura, Investigación y Restauración de
Sitios y Monumentos de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo,
quien nos ilustró sobre el programa de Pueblos Mágicos de la Secretaria de
Turismo de México.
El proyecto que data de
inicios de siglo, reconoce a quienes habitan los pueblos seleccionados y el
trabajo que han desarrollado para proteger y guardar su riqueza cultural.
En buen cristiano, el entorno de cada uno de ellos varía desde la fuerte influencia
del pasado indígena, el gran legado del antiguo imperio colonial español, la
preservación de tradiciones seculares y ancestrales, e importantes lugares de
acontecimientos históricos en la vida del país. Profundicé pesquisas de
la propuesta, encontrando como siempre criticas y múltiples evidencias de
auténticos logros en el desempeño del turismo provincial. Los mexicanos
son especialmente exitosos en la rama de turismo, razón por la cual sus
homólogos en El Salvador, Ecuador, Colombia y Chile han contratado a la
Secretaria de Turismo de México para replicar iniciativas similares.
Para emular este particular ejercicio de insigne
emprendimiento azteca, de forma tal que le clonemos en sitios como Taboga,
Portobelo y Natá de los Caballeros, entre otros, exaltando sus particularidades
históricas y culturales, hemos invitado como uno de los orador de fondo al
Ministro José Ángel Díaz Rebolledo, Director General de Gestión de Destinos de
la Secretaría de Turismo de México, quien tiene a su cargo el programa de
Pueblos Mágicos, para que nos ilustre sobre esta actividad y de una vez por
todas nuestras autoridades porten sus pantalones largos e inicien la gestión
para su expedita implementación en el istmo.
La iniciativa contribuye
a revalorar un conjunto de poblaciones istmeñas que siempre han estado en el
imaginario colectivo y que representan alternativas frescas y diferentes para
los visitantes nacionales y foráneos. Localidades
con atributos simbólicos, leyendas, historia, hechos trascendentes,
cotidianidad, magia que emana en cada una de sus manifestaciones
socio-culturales, aportando una gran oportunidad para el aprovechamiento turístico.
Es hora que vayamos entendiendo que turismo
no es solamente publicidad y hotelería, sino más bien cautivar el corazón de
los que nos honran con su selección como destino para que sus aplausos, aquí y
de vuelta allá, nos sirvan para multiplicar el flujo mantenido y creciente de
un turismo sano y fecundo que aun no llega ¡porque no sabemos lo que tenemos
entre manos!
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