Diario
Panamá América
2
de mayo 2015
Alimentos
del Alma
Jaime
Figueroa Navarro
Animales
del habito, los humanos mordazmente amamos la variedad, sobremanera cuando de
darse un hartazgo se trata. A raíz de la
globalización y el abaratamiento de los viajes para las masas, hemos engordado
más en los últimos cincuenta años que durante toda la historia de la
humanidad. De ello trata la nueva
ciencia del turismo gastronómico.
En
París, por ejemplo, uno de los sitios más frecuentados, estancia obligatoria de
visita, es el Restaurante Relais de l’Entrecote, que ha resultado
tan popular que los dueños tuvieron que abrir tres refectorios en puntos
estratégicos de la ciudad, todos de símil calidad El rincón cuenta con un
sinnúmero de simulaciones, pero este es el “real McCoy”, el original. Resulta
sencillo hacer la prueba, pues no hay menú. Solo venden filete con papitas, te
preguntan el termino en que te gusta la carne y te sirven una ensalada sencilla
de entrada. La oferta es tan campechana que no ofrecen salsa de tomate ni
mayonesa para las papas, pues con la soberbia salsa de la casa basta.
Normalmente hay una enorme fila, algo así como la que se
estila en la sección consular de la Embajada de Estados Unidos ubicada al
inicio de la Avenue Gabriel, siendo la oferta muy popular entre los franceses
lo que le brinda una credibilidad inmediata. La única forma de salir rápido es
llegar temprano, antes del mediodía. Si ya hay fila no hay problema, por la
simpleza del menú son muy rápidos y eficientes de manera que las mesas rotan expeditamente.
Es un paraje estrecho con muchas mesitas pequeñas, pero eso parece no
importarle a los comensales que le abarrotan a diario.
Algo similar ocurre en Los Ángeles, California, donde se
encuentra el icónico restaurante The Original Pantry, inaugurado en
1928, abierto las 24 horas del día, 7 días a la semana. Ubicado en el mero centro de la ciudad, en el
877 South Figueroa Street, al costado del Hotel Figueroa donde por afectación
de familia suelo hospedarme durante mis visitas, el restaurante jamás ha
cerrado. Su menú limitado es generoso y
sus precios relativamente asequibles, donde por ejemplo la oferta de mañana
incluye huevos al gusto, 5 tiras largas de tocino, papas y tostadas por la
módica suma de $8.95.
Aderezando de caramelo al flan, el I Foro Mundial de
Turismo Gastronómico se celebró el fin de semana pasado en el Basque Culinary
Center de San Sebastián, España, congregando a una veintena de expertos
mundiales para abordar los retos del futuro de un "fenómeno en auge".
El congreso, organizado por la
Organización Mundial de Turismo (OMT), aglutinó a expertos internacionales como
el director ejecutivo del World Food Travel Association, Erik Wolf, el cocinero
donostiarra, Pedro Subijana, el chef del restaurante mejicano Quintonil Jorge
Vallejo y Mitsuharu Tsumura, exponente de la revolución culinaria peruana del
restaurante Maido de Lima.
Igual que otros parajes, Panamá goza de tradicionales
ofertas como los emparedados del restaurante Boulevard Balboa, atiborrado de
políticos e intelectuales donde el aroma al café enrarece la perfumada esencia
de las contadas damas que allí se presentan.
Que decir de las también alargadas líneas de comensales que se aglutinan
a diario en la cafetería Delirys del Supermercado Riba Smith, parada
obligatoria de todos los visitantes extranjeros que me contactan para hacer de
su experiencia istmeña algo diferente y privativa.
Hace mucho sentido, para olfatear las variadas realidades
de parajes universales, de rigor visitar un supermercado en cada sitio que se
visita y curiosear las particularidades de su oferta. Así acostumbro hacer durante mis viajes,
preguntando a los siempre disponibles y amables lugareños los pormenores de
algún producto, aprovechando la ocasión para intimar con esos seres humanos con
costumbres tan diferentes a las nuestras, asimilando lo bueno y descartando lo
no tan bueno.
Goza el istmo de muchísimas especialidades que intrigan
al turista. Saborear por vez primera un
pixbae, un patacón o una chicha de guanábana levanta el ánimo de
cocacolizados visitantes a otros
niveles, preguntándose siempre: “¿cómo es
posible que haya vivido tanto sin saborear esta exquisitez?”
El amor entra por la boca y Panamá goza un privilegiado
altar en el arcoíris de sabores que arrebatan a los que nos visitan. ¡Aprovechémosle y no escatimemos la
oportunidad de ofertar siempre al turista algo diferente de nuestra mesa
istmeña, algo que desconoce y le atrae como abeja al panal!
excelente articulo Jaime - te felicito!
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