miércoles, 29 de abril de 2015

Alimentos del Alma

Diario Panamá América
2 de mayo 2015

Alimentos del Alma
Jaime Figueroa Navarro

Animales del habito, los humanos mordazmente amamos la variedad, sobremanera cuando de darse un hartazgo se trata.  A raíz de la globalización y el abaratamiento de los viajes para las masas, hemos engordado más en los últimos cincuenta años que durante toda la historia de la humanidad.  De ello trata la nueva ciencia del turismo gastronómico.

En París, por ejemplo, uno de los sitios más frecuentados, estancia obligatoria de visita, es el Restaurante Relais de l’Entrecote, que ha resultado tan popular que los dueños tuvieron que abrir tres refectorios en puntos estratégicos de la ciudad, todos de símil calidad   El rincón cuenta con un sinnúmero de simulaciones, pero este es el “real McCoy”, el original. Resulta sencillo hacer la prueba, pues no hay menú. Solo venden filete con papitas, te preguntan el termino en que te gusta la carne y te sirven una ensalada sencilla de entrada. La oferta es tan campechana que no ofrecen salsa de tomate ni mayonesa para las papas, pues con la soberbia salsa de la casa basta.

Normalmente hay una enorme fila, algo así como la que se estila en la sección consular de la Embajada de Estados Unidos ubicada al inicio de la Avenue Gabriel, siendo la oferta muy popular entre los franceses lo que le brinda una credibilidad inmediata. La única forma de salir rápido es llegar temprano, antes del mediodía. Si ya hay fila no hay problema, por la simpleza del menú son muy rápidos y eficientes de manera que las mesas rotan expeditamente. Es un paraje estrecho con muchas mesitas pequeñas, pero eso parece no importarle a los comensales que le abarrotan a diario.

Algo similar ocurre en Los Ángeles, California, donde se encuentra el icónico restaurante The Original Pantry, inaugurado en 1928, abierto las 24 horas del día, 7 días a la semana.  Ubicado en el mero centro de la ciudad, en el 877 South Figueroa Street, al costado del Hotel Figueroa donde por afectación de familia suelo hospedarme durante mis visitas, el restaurante jamás ha cerrado.  Su menú limitado es generoso y sus precios relativamente asequibles, donde por ejemplo la oferta de mañana incluye huevos al gusto, 5 tiras largas de tocino, papas y tostadas por la módica suma de $8.95.

Aderezando de caramelo al flan, el I Foro Mundial de Turismo Gastronómico se celebró el fin de semana pasado en el Basque Culinary Center de San Sebastián, España, congregando a una veintena de expertos mundiales para abordar los retos del futuro de un "fenómeno en auge".  El congreso, organizado por la Organización Mundial de Turismo (OMT), aglutinó a expertos internacionales como el director ejecutivo del World Food Travel Association, Erik Wolf, el cocinero donostiarra, Pedro Subijana, el chef del restaurante mejicano Quintonil Jorge Vallejo y Mitsuharu Tsumura, exponente de la revolución culinaria peruana del restaurante Maido de Lima.

Igual que otros parajes, Panamá goza de tradicionales ofertas como los emparedados del restaurante Boulevard Balboa, atiborrado de políticos e intelectuales donde el aroma al café enrarece la perfumada esencia de las contadas damas que allí se presentan.  Que decir de las también alargadas líneas de comensales que se aglutinan a diario en la cafetería Delirys del Supermercado Riba Smith, parada obligatoria de todos los visitantes extranjeros que me contactan para hacer de su experiencia istmeña algo diferente y privativa.

Hace mucho sentido, para olfatear las variadas realidades de parajes universales, de rigor visitar un supermercado en cada sitio que se visita y curiosear las particularidades de su oferta.  Así acostumbro hacer durante mis viajes, preguntando a los siempre disponibles y amables lugareños los pormenores de algún producto, aprovechando la ocasión para intimar con esos seres humanos con costumbres tan diferentes a las nuestras, asimilando lo bueno y descartando lo no tan bueno.

Goza el istmo de muchísimas especialidades que intrigan al turista.  Saborear por vez primera un pixbae, un patacón o una chicha de guanábana levanta el ánimo de cocacolizados  visitantes a otros niveles, preguntándose siempre: “¿cómo es posible que haya vivido tanto sin saborear esta exquisitez?”


El amor entra por la boca y Panamá goza un privilegiado altar en el arcoíris de sabores que arrebatan a los que nos visitan.  ¡Aprovechémosle y no escatimemos la oportunidad de ofertar siempre al turista algo diferente de nuestra mesa istmeña, algo que desconoce y le atrae como abeja al panal!     

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